martes, 3 de mayo de 2011


Perderse en el mar de alguien no está tan mal como pensábamos...
 A veces hacen falta caricias para perderte, y otras, tan sólo hace falta escuchar su voz para subirte en la ola de sus emociones.
Puedes enseñar tus heridas que el mar se encargará de curarlas, aquellas causadas por el tiempo, y esas que te duele incluso recordar, las más recientes y sangrantes, las que duelen de verdad y sabes que nunca van a poder curarse del todo…
Como irse una noche al precipicio de los miedos y lanzarse al vacío.
Demasiada valentía para alguien tan débil como yo, ¿No?
¿ Y qué pasa si te digo que nadie me hace más fuerte que tú?
Tú que eres la única persona que puede destruirme y sabe recomponerme, tú que todo lo tuviste, y ahora no puedes olvidar lo que acabas de perder…porque nada es importante
Gritar, gritar y forjarme junto a ti. Grabarme de tal manera, que hasta cuando tengas sueño y hables por hablar, me quede tan bobo mirándote que parezca tonto. Así guardaremos nuestros recuerdos, en un silencio como este.
Si nos ponemos a anclar cosas relacionadas con el mar, nunca es tarde para encontrar un puerto, y descubrir que el faro de mi vida puedes llegar a ser tú. Sólo hace falta que El norte sea el sur, y el este el oeste, para que todas las corrientes vayan hacia ti.
Buscando tu nombre entre los granos de arena, Ulises llego a su destino, abrió sus brazos y grito a Ítaca que nunca más se alejaría de su amada aldea. Háyame sólo en tus sueños más profundos, y acompáñame al lugar donde se juntan los mares del recuerdo y las olas chocan entre ellas sin cesar; al lugar donde no quiero recordar, pero necesito ir para ser recordado.
Se acaban las promesas y empieza lo que un día terminó para  mí.
A la luz de las velas me confesé esta noche, como el sol, sus rayos inundando las rejillas de mi ventana, y el mar, mi preciado mar que me trae el rumor y el eco de lo que puede, y no ser.

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